jueves, 4 de agosto de 2011

HISTORIA DE MEXICO

Conquista de México
Primera expedición
El 8 de febrero de 1517 zarparon del puerto de Santiago tres embarcaciones con ciento diez hombres y navegaron por la banda norte de la isla de Cuba. Al llegar a la punta de San Antón pretendieron poner rumbo hacia las Islas de la Bahía, pero fueron sorprendidos por una tormenta en el canal de Yucatán, habiendo llegado los primeros días de marzo a la deshabitada Isla Mujeres. En dicho lugar encontraron diversas figurillas de mujeres desnudas dedicadas a la diosa maya de la fertilidad Ixchel. Posteriormente cruzaron hacia la costa norte de la península de Yucatán avistando Ekab, lugar que bautizaron como el “Gran Cairo”. Fondearon las naves y los pobladores del lugar se acercaron en canoas invitando a los recién llegados a tierra firme, diciendo “cones cotoch”, ”cones cotoch”; que significa:”andad acá a mis casas”, motivo por el cual lo llamaron punta Catoche.

Al día siguiente, 5 de marzo, los expedicionarios españoles aceptaron la invitación y al desembarco el capitán Hernández de Córdoba tomó posesión formal en nombre del rey de lo que él creía una isla a la que bautizó con el efímero nombre de Santa María de los Remedios. Terminado el protocolo, los expedicionarios siguieron a los mayas tierra adentro donde fueron emboscados. En la escaramuza que siguió, murieron dos españoles y quince nativos. Hernández dio la orden de regresar a las embarcaciones, no sin antes haber capturando a dos indígenas, a quienes más tarde apodaron Julianillo y Melchorejo. Estos nativos fueron a la postre los primeros traductores maya-español.
El 22 de marzo llegaron a Can Pech, bautizando el lugar como puerto de Lázaro y desembarcaron para aprovisionarse de agua. Mientras se abastecían, fueron rodeados por un grupo de mayas quienes cuestionaron su presencia, asombrándose cuando los nativos señalaron al oriente diciendo: “castilán”, “castilán”. Los españoles fueron guiados a la población cercana en donde fueron bien recibidos y ahí pudieron constatar que en un templo se encontraban paredes manchadas de sangre de algún sacrificio recientemente efectuado. Entonces el halach uinik advirtió a los visitantes que deberían marcharse o de lo contrario comenzarían las hostilidades, ante lo cual Hernández de Córdoba ordenó a sus hombres zarpar de inmediato. En el mar fueron sorprendidos por un viento de norte que provocó el derrame del agua recién abastecida, por lo que volvieron a desembarcar un poco más al sur en Chakán Putum. En esta ocasión otro grupo de mayas, cuyo líder era Moch Couoh, atacó a los expedicionarios sin previo aviso provocándoles más de veinte bajas e hiriendo al propio Hernández de Córdoba. En ese punto hubieron de huir los expedicionarios, dejando atrás una de las embarcaciones pues ya no tenían suficientes hombres para navegarla. Los españoles sedientos se dirigieron a la Florida donde finalmente pudieron abastecerse de agua dulce, pero nuevamente fueron atacados por los nativos de esta región.
La accidentada expedición regresó al puerto de Carenas en la isla de Cuba, donde se dio parte de lo acontecido a Diego Velázquez. El gobernador dejó en claro que enviaría una nueva expedición pero bajo un nuevo mando. Al enterarse de esta decisión, Hernández de Córdoba juró viajar a España para quejarse ante el rey, pero murió diez días más tarde a consecuencia de las heridas recibidas en Chakán Putum. A causa de los indígenas que habían sido recogidos se creyó que existía oro en la región, se confirmó la existencia de algunos supervivientes al naufragio ocurrido en 1511 en el Golfo del Darién y por una mala interpretación se pensó que el lugar recientemente descubierto era llamado en idioma maya Yucatán, nombre con el que desde entonces, se llamó al territorio. Viendo Velázquez la importancia de estos hallazgos, solicitó dos permisos para continuar las exploraciones: el primero fue dirigido a los frailes jerónimos en Santo Domingo y el segundo directamente al rey Carlos I de España, solicitando el nombramiento de un adelantado.
Segunda expedición


Al año siguiente el gobernador organizó una segunda expedición recuperando las naos del primer viaje, y añadió una carabela y un bergantín. Nuevamente fueron como pilotos Alaminos, Camacho y Álvarez, a los que se sumó Pedro Arnés de Sopuerta como cuarto navegante. Velázquez designó a su sobrino Juan de Grijalva como capitán general y como capitanes de los otros navíos a Francisco de Montejo, Pedro de Alvarado y Alonso de Ávila, quienes se responsabilizaron de suministrar pertrechos y bastimentos a las embarcaciones. En el viaje participó Juan Díaz, quien además de desempeñarse como capellán, escribió el Itinerario de la armada. El veedor fue Peñalosa y el alférez general Bernardino Vázquez de Tapia. Hacia finales de enero de 1518 las embarcaciones zarparon de Santiago, navegaron por la banda norte haciendo escala en Matanzas, en donde completaron sus abastecimientos. El 8 de abril dejaron este puerto y llegaron a la isla de Cozumel el 3 de mayo. Por la fecha, Grijalva bautizó el lugar como Santa Cruz de la Puerta Latina.

Cuando desembarcaron en la isla los nativos huyeron al interior de la misma, solamente contactaron a dos ancianos y a una mujer que resultó ser jamaiquina. La mujer había llegado dos años antes de forma accidental pues su canoa fue arrastrada por la corriente del canal de Yucatán y sus diez compañeros habían sido sacrificados a los dioses mayas. Esta mujer actuó como intérprete ya que algunos españoles conocían su idioma. En un pequeño templo, Vázquez de Tapia izó la bandera Tanto Monta y el notario Diego de Godoy de forma protocolaria leyó el requerimiento. Al poco rato se acercaron los mayas e ignorando inicialmente la presencia de los españoles, el halach uinik realizó una ceremonia a sus dioses quemando copal. Acto seguido, Grijalva ordenó a Juan Díaz oficiar una misa. De esta forma se entabló una comunicación amistosa por ambas partes. Los españoles no pudieron rescatar oro, pero recibieron pavos, miel y maíz. Prolongaron su estancia en este lugar durante cuatro días.
Después de abandonar Cozumel navegaron brevemente hacia el sur, exploraron Zamá (Tulúm), y la Bahía de la Ascensión, la cual creyeron que era el límite de la isla de Yucatán. Grijalva ordenó cambiar de rumbo hacia el norte para rodear la península y dirigirse a las cercanías de Chakán Putum (tal como lo hiciera la primera expedición), se abastecieron de agua en el lugar. Aunque en esta ocasión pudieron obtener de los nativos un par de máscaras adornadas con oro, fueron nuevamente advertidos de abandonar el sitio. Haciendo caso omiso, pasaron la noche escuchando los tambores de guerra y al día siguiente se confrontó una fuerte batalla. Esta vez el resultado favoreció a los españoles, quienes infligieron severas bajas a los mayas que terminaron por retirarse. A pesar de que los expedicionarios tuvieron sesenta heridos (entre ellos el capitán Grijalva) la acción fue considerada una victoria contundente. Durante la batalla sólo murieron siete españoles, incluyendo a Juan de Guetaria. Más tarde la cifra aumentó, pues durante el viaje murieron trece soldados a consecuencia de las heridas.
Las embarcaciones llegaron a la Isla del Carmen en la Laguna de Términos, punto al que bautizaron como Puerto Deseado. Prosiguieron su viaje llegando a la región de Tabasco, en donde habitaban los mayas chontales. Se apoderaron de cuatro nativos, a uno de ellos lo llamaron Francisco (quien les sirvió como intérprete del idioma chontal). El 8 de junio descubrieron el afluente al que nombraron río Grijalva y desembarcaron en Potonchán, donde Juan de Grijalva se entrevistó con el cacique maya Tabscoob, quien le obsequia unas piezas de oro. Animados por ello, pasaron el río Tonalá y un poco más al oeste Pedro de Alvarado tomó la iniciativa de navegar el río Papaloapan. Este incidente molestó a Grijalva y a partir de entonces hubo un distanciamiento entre ellos.
A lo largo de la costa fueron encontrando diversos asentamientos humanos. Llegaron a mediados de junio a una isla donde encontraron un templo y cuatro indígenas muertos, los cuales aparentemente habían sido sacrificados al dios Tezcatlipoca, por lo que el lugar fue nombrado Isla de Sacrificios. Desembarcaron en Chalchicueyecan. Ahí Grijalva preguntó a por el motivo de aquellos sacrificios. El intérprete maya chontal Francisco respondió que habían sido ordenados por los colhuas, pero la respuesta fue malinterpretada y se creyó que el lugar se llamaba Ulúa. Por la fecha que era 24 de junio, el lugar fue bautizado como San Juan de Ulúa. En el lugar rescataron oro con los totonacas.
Días más tarde llegaron los calpixques Pínotl, Yaotzin, y Teozinzócatl, quienes acompañados de Cuitlapítoc y Téntlil, se presentaron como embajadores del huey tlatoani Moctezuma Xocoyotzin. En forma pacífica se realizaron intercambios de regalos. Grijalva pudo de esta forma percatarse que los aztecas dominaban la región y que eran temidos y odiados por los pueblos sometidos. Pedro de Alvarado fue enviado de regreso a la isla de Cuba para notificar y entregar los tesoros obtenidos a Diego Velázquez.
Las embarcaciones fueron atacadas por los nativos huastecos en el río Pánuco, grabado de Van Beecq.
Francisco de Montejo encabezó un viaje de reconocimiento al norte. Descubrió el río Cazones y el Nautla, lugar que fue bautizado con el nombre de Almería. Más adelante las embarcaciones navegaron el río Pánuco pero en este lugar doce canoas con nativos huastecos atacaron la incursión española, por lo que los capitanes decidieron emprender el regreso. Con una nave averiada el viaje fue lento, tomaron la decisión de no establecer ninguna guarnición.
Mientras tanto en Santiago, Diego Velázquez no tenía noticias de los expedicionarios y se encontraba preocupado por la tardanza. Por tal motivo, decidió enviar una carabela de rescate al mando de Cristóbal de Olid, quien logró llegar a Cozumel, pero al continuar su trayectoria, la nave se averió. Olid abortó la misión y regresó a Cuba.
Cuando el gobernador recibió a Pedro de Alvarado en la isla, quedó impresionado por el reporte del viaje. De inmediato mandó a fray Benito Martín a España, para que éste notificara al obispo Juan Rodríguez de Fonseca y al rey Carlos I las noticias de los territorios descubiertos. Como soporte fue enviado el Itinerario de la armada y algunos objetos de oro. A pesar de los logros de la expedición, Velázquez estaba a disgusto con su sobrino ya que no había desobedecido sus órdenes. De acuerdo a las órdenes oficiales, Grijalva no debería haber establecido ninguna colonia durante el viaje, pero extraoficialmente el gobernador esperaba lo contrario.
Tercera expedición
Sin haber recibido respuesta del nombramiento de adelantado, Velázquez organizó una tercera expedición. El gobernador consideró que su sobrino había fracasado en su misión y por tanto requería de un nuevo capitán. Después de ponderar sus opciones y a instancias de su secretario, Andrés de Duero, y el contador Amador Lares, optó por Hernán Cortés, quién entonces era alcalde de Santiago.
Ambos firmaron unas capitulaciones e instrucciones el día 23 de octubre de 1519. En los documentos que fueron redactados por Andrés de Duero, el preámbulo se contrapone a las 24 instrucciones. Tales contradicciones fueron, y han sido a través de los siglos, el motivo principal de la controversia que surgió como resultado de la insurrección de Cortés. Velázquez firmó como adjunto del almirante y comandante en jefe Diego Colón y Moniz Perestrello, pues todavía no había recibido nombramiento por parte del rey de España. El gobernador de Cuba temía que desde La Española o Jamaica alguien más se adelantara en una empresa similar.
Se lograron reunir en total once embarcaciones. Tres aportadas por Velázquez, tres por Cortés y el resto por los capitanes que participaron en la expedición. Pero a última hora el gobernador cambió de opinión y decidió destituir a Cortés, enviando a Amador de Lares a la entrevista y por otra parte bloqueando el suministro de insumos. Cortés decidió marcharse de Santiago evadiendo las órdenes y avisando al contador Lares, quien transmitió las noticias al gobernador Velázquez. Ante la evidente insubordinación Velázquez no respondió y los barcos zarparon de Santiago el 18 de noviembre de 1518 con dirección al occidente de la misma isla. Pararon en la banda sur del puerto de la Trinidad, durante casi tres meses se reclutaron soldados, asimismo se abastecieron de alimentos y de pertrechos.
Los capitanes designados por Cortés fueron: Pedro de Alvarado, Alonso de Ávila, Alonso Hernández Portocarrero, Diego de Ordás, Francisco de Montejo, Francisco de Morla, Francisco de Saucedo, Juan de Escalante, Juan Velázquez de León, Cristóbal de Olid y Gonzalo de Sandoval. Como piloto mayor nombró a Antón de Alaminos quién conocía la zona por haber participado en las expediciones de Hernández de Córdoba en 1517, de Juan de Grijalva en 1518 y de Juan Ponce de León a la Florida en 1513.
Cortés pudo reunir quinientos cincuenta españoles (de los cuáles cincuenta eran marineros) y a dieciséis caballos. Además, desobedeciendo las instrucciones de Velázquez, llevó doscientos auxiliares, algunos eran nativos de la isla y otros eran esclavos de raza negra. Mientras tanto en España, el rey Carlos I había firmado el 13 de noviembre de 1518, el documento que autorizaba a Velázquez a realizar la expedición.
El gobernador de Cuba realizó un segundo intento por detenerlo. Había enviado diversas cartas, una de ellas dirigida al propio Cortés, en la que se le ordenaba esperar. Las otras estaban dirigidas a Juan Velázquez de León, Diego de Ordás, y al alcalde de la Trinidad Francisco Verdugo y en ellas pedía entretener la salida de la expedición e incluso ordenaba la aprehensión del caudillo. Como último intento, el gobernador envió a Gaspar de Garnica para aprehender a Cortés en La Habana, no obstante lo cual los barcos de Cortés abandonaron las costas de Cuba el 18 de febrero de 1519.[36] Nueve barcos zarparon por la banda sur y dos barcos por la banda norte. La bandera de insignia era de fuegos blancos y azules con una cruz colorada en medio, y alrededor un letrero en latín que decía Amici sequamur crucem, & si nos habuerimus fidem in hoc signo vincemus, que significa: Hermanos y compañeros: sigamos la señal de la Santa Cruz con fe verdadera, que con ella venceremos.
Los españoles ocuparon primero las Antillas, y a partir de estas islas armaron expediciones para explorar el continente. Especialmente a partir de santo domingo  y de cuba, que fueron ocupadas por los españoles antes de 1514 (las expediciones eran pagadas por los capitanes y soldados). Como sucedía con los mexicas, entre los españoles el poder político y el religioso estaban estrechamente ligados.
En febrero de 1519, cortes salió de cuba con once naves y casi 700 soldados. En Yucatán recogió a Jerónimo Aguilar, quien había naufragado y vivía como sirviente de un cacique maya; hablaba español y maya, y fue útil como intérprete.
En el rio Grijalva, en el actual estado de tabasco los españoles combatieron a los indígenas. Al hacer las paces los nativos les regalaron veinte muchachas. Una de ellas, Malintzin, fue bautizada como Marina y llamada con respeto la Malinche. Ella hablaba maya y náhuatl, poco después aprendió español.
Al llegar a lo que hoy es el estado de Veracruz. Cortes se dio cuenta de que los mexicas eran tan poderosos como odiados. El señor de Cempoala, a quien llamaron el cacique Gordo, le dijo que le ayudaría a combatir contra Tenochtitlán. A partir de ese momento, cortes conto con aliados indígenas.
Cortes fundo la villa rica de la vera cruz. En esos días llegaron unos enviados de Moctezuma, quien creía que el capitán español era el dios Quetzalcóatl  que había regresado para recuperar su reino, según una antigua profecía.
Con la mitad de sus hambres y numerosos aliados, Cortes salió hacia Tenochtitlán. A medio camino llegaron a  Tlaxcala, donde sostuvieron un combate. Pero luego establecieron con los tlaxcaltecas una alianza. Después se detuvieron en Cholula, donde atacaron por sorpresa a sus habitantes. Cuando llegaron a Tenochtitlán, su belleza los deslumbro.
Moctezuma los aposento en el palacio de Axayacatl, su `padre. Días después, con el pretexto de que los españoles en Veracruz habían sido atacados, Cortes lo tomo preso y domino la ciudad. Luego encarcelo a otros nobles, para dejar sin jefes a los mexicas.
Mientras tanto, a Veracruz llego una expedición enviada por el gobernador de cuba contra cortes que lo había desobedecido. Cortes salió hacerle frente y dejo parte de su tropa, bajo el mando de Pedro de Alvarado.  Un día, los mexicas nobles se engalanaron para celebrar una fiesta en el templo mayor.  Alvarado los ataco, por codicia, por temor o porque pensó que así los sometería. Días después de que cortes regreso triunfante, Moctezuma murió. Su hermano Cuitlahuac lo sucedió en el trono.
Una noche los españoles envolvieron en trapos los cascos de los caballos para huir sin hacer ruido. Pero fueron descubiertos. Dirigidos por Cuitlahuac, los mexicas los derrotaron. Más tarde los españoles llamaron a este episodio la noche triste. Se dice que cortes lloro la derrota al pie de un ahuehuete.
Cortes se repuso en Tlaxcala,. Mientras, en Tenochtitlán se desato una epidemia de viruela. Cuitlahuac se murió contagiado. Ocupo su lugar un joven llamado Cuauhtémoc, que organizo al ejército y al pueblo, y fortifico la ciudad.
El 13 de agosto de 1521, Cuauhtémoc intento retirarse para organizar la defensa, pero uno de los bergantines alcanzo su canoa y lo tomo prisionero.
Con la caída de Tenochtitlán y las alianzas con diversos señoríos indígenas, los españoles se adueñaron del centro de lo que ahora es México. En los años siguientes fueron extendiéndose hacia el accidente, el sureste y el norte. Los territorios más difíciles de someter fueron los del norte, pues las tribus seminomadas de Aridoamérica carecían de ciudades, estaban formados por grandes guerreros y no querían cambiar su forma de vivir.
Los chichimecas atacaban a los españoles por sorpresa, en terreno pedregoso donde no pudieran perseguirlos a caballo. Para pacificarlos, los españoles tuvieron que ofrecerles caballos, reses, ropa y convencerlos de que vivieran en pueblos. Poco a poco surgieron ciudades, conventos, minas y haciendas.
La Colonia o Virreinato en México
Empieza en el siglo XVI, cuando los españoles, al mando de Hernán Cortés conquistaron la antigua México-Tenochtitlán. Así fundaron la Nueva España, nombre que los conquistadores le dieron a la actual ciudad de México. También se conoce esta etapa con el nombre de virreinato porque el país, durante el tiempo que duró, fue gobernado por un representante del rey de España que tenía el título de virrey.
El periodo de la Colonia abarca 300 años y está usualmente dividido en tres periodos: el primero, y más antiguo el que corresponde al siglo XVI y abarca todo lo que pasó en la Nueva España desde 1521 hasta 1600; el segundo, el del siglo XVII , que comprende lo sucedido entre 1601 y 1700, y finalmente, el tercero y último, el del siglo XVIII mexicano y que va de 1701 y 1800.

En la época de la Colonia la religión católica ganó nuevos e importantes territorios, cambió el lenguaje, la traza de las ciudades, las manifestaciones culturales y artísticas y se inició el mestizaje o sincretismo, es decir la mezcla entre los conquistadores y los conquistados, combinación que definió el carácter actual que tienen hoy todas las naciones llamadas latino o hispanoamericanas.
La independencia
La independencia de México fue la consecuencia de un proceso político y social resuelto por la vía de armas, que puso fin al dominio español en los territorios de nueva España. La guerra de indepencia se extendió desde el grito de dolores, el 16 de septiembre de 1810, hasta la entrada del Ejército Trigarante a la ciudad de México, el 27 de septiembre de 1821.
La etapa de inicio de la Guerra de Independencia de México corresponde al levantamiento popular encabezado por Miguel Hidalgo y Costilla. Descubiertos por los españoles, los conspiradores de Querétaro no tuvieron otra alternativa que ir a las armas en una fecha anticipada a la que planeada originalmente. Los miembros de la conspiración se hallaban sin una base de apoyo en ese momento, por lo que Hidalgo tuvo que convocar al pueblo de Dolores a sublevarse en contra de las autoridades españolas el 16 de septiembre de 1810.
Hidalgo mando a tocar las campanas de la iglesia para reunir  a la gente. Les recordó las injusticias que sufrían y los ánimo a luchar en contra del mal gobierno. Los hombres y mujeres que siguieron a hidalgo no tenían armas suficientes, pero tomaron palos, hondas, machetes e instrumentos de labranza. Hidalgo comenzó su marcha con 600 hambres, que pronto fueron casi ochenta mil. Lo seguían indios, mestizos, criollos y algunos españoles.

En Atotonilco, hidalgo tomo como bandera un estandarte de la virgen de Guadalupe. Los insurgentes entraron  sin resistencia a san miguel el grande, Celaya y salamanca. Después llegaron a Guanajuato y exigieron a las autoridades se rindieran, pero estas se encerraron en la alhóndiga de granaditas, para defenderse. Después “el pípila” incendio la puerta principal, Hidalgo y los insurgentes tomaron la alhóndiga.

Hidalgo avanzo a la ciudad de México. En las cercanías de la capital, en el monte de  las cruces, venció al  ejército realista. Poco después, los insurgentes fueron derrotados por Félix María calleja en Aculco, en él hoy estado de México.
Hidalgo fue fusilado el 30 de julio de 1811. Su cabeza, y las de Allende, Aldama y Jiménez, fueron puestas en jaulas de hierro, en las esquinas de la alhóndiga, en Guanajuato, como advertencia  a la población.
Morelos levanto un ejército bien organizado. En febrero de 1812, se apodero de Cautla. Morelos decidió que hacía falta un gobierno que unificara el movimiento insurgente y organizo un congreso que redacto la constitución de Apatzingan, que fue el primero conjunto de leyes mexicanas. Morelos fue hecho prisionero y fue fusilado en San Cristóbal Ecatepec, en la ahora estado de México, el 22 de diciembre de 1815.

Tras más de diez años de lucha, había ruina y miseria en vastas zonas del país. Los españoles y criollos no querían obedecer la constitución de Cádiz. Con el apoyo de los españoles y los criollos ricos, Iturbide le escribió a guerrero pidiéndole que se reunieran en Acatempan, donde guerrero decidió apoyar a Iturbide. Los dos querían la independencia. Guerrero era el continuador de la lucha de hidalgo y Morelos; Iturbide representaba el deseo de la paz de la población.
En febrero de 1821, respaldado por guerrero, Iturbide firmo el plan de Iguala o de las Tres Garantías. Cada garantía se convirtió en un color para la bandera de la nueva nación. En agosto llego Juan O’Donoju, el último español enviado a gobernarla. Vio que casi todo el país apoyaba a Iturbide, así que firmo con él los tratados de Córdoba, documento que reconocía la independencia. La rebelión de 1810 había concluido.
En Cuba, los españoles basaban su riqueza en las encomiendas y en la explotación de los nativos a quienes se permitía esclavizar, pero debido a que la población nativa había sido diezmada por las campañas de conquista y las enfermedades, los colonos estaban ansiosos de conseguir nuevas oportunidades de medro. Fue así que tres amigos de Velázquez: Francisco Hernández de Córdoba, Lope Ochoa de Caicedo y Cristóbal de Morante se organizaron para comprar dos naos con la intención de viajar hacia occidente.
El gobernador Velázquez pagó un bergantín, consiguiendo los permisos necesarios ante los frailes jerónimos para realizar la expedición, pues era requisito contar con su visto bueno. El objetivo del viaje fue encontrar esclavos, sobre todo en el caso del gobernador Velázquez, pero los que encabezaron las naves pretendían descubrir nuevas tierras para poblar y gobernar. Contrataron como piloto mayor a Antón de Alaminos, los pilotos auxiliares fueron Pedro Camacho de Triana y Juan Álvarez “el Manquillo” de Huelva; como capellán viajó fray Alonso González y como veedor Bernardo Iñíguez.

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