martes, 30 de agosto de 2011

MODERNIDAD Y POBLACION

Modernidad y población
La modernidad, como proyecto, se propuso la generación de un determinado orden, progreso y bienestar, fundados en la razón y la ciencia. Este proyecto, surgido de la Ilustración, concibió una visión del mundo, desde cómo se había iniciado la modernidad y cómo desembocaría, con lo que dio pie a una visión teleológica de la historia. La humanidad, en un tránsito en algunos casos más rápidos en otros más lentos, se encaminó hacia un orden y progreso, que desde la visión de la modernidad, sólo la ciencia y la razón le podían otorgar. Sin embargo, la vía bajo la cual se podría acceder a ese "paraíso terrenal", sería la que planteara Occidente. Es así, como Occidente se concibe como propulsor y modelo de este desarrollo; desde la ciencia hasta el expansionismo colonial no dejaron de verse influenciadas por esta visión.
El concepto de población, encuentra sus bases en ese proyecto modernizador. Dado que el proyecto modernizador tenía una visión telelógica de la historia y contemplaba que la única vía realizable sería que la proviniera de Occidente, concibió que entonces el mundo entero debía compartir patrones económicos, sociales y culturales. El concepto de población daría el primer paso, y la llamada teoría de la transición demográfica sería un catalizador del proyecto modernizador.
El concepto moderno de población, incluye a todos los sectores de la población - a diferencia de otros sociedades que sólo representaba una parte de la población-, y más que hacer referencia a distinciones de clase o culturales, significa el conjunto de habitantes de un territorio. Las ideas de la Ilustración y el liberalismo, influyeron fuertemente para la construcción del concepto, en particular la Revolución francesa, ya que frente a un régimen que planteaba que sólo determinado sector de la población podía gobernar, ser amo, poseer la riqueza y tener acceso a la educación, el concepto moderno de población rompe ese monolito e incluye a todos los sectores de la población.
Se opone a la ley frente a "la naturaleza", y se plantea que todos los hombres (no mujeres, en principio) son iguales ante la ley. Sin embargo, este concepto de "igualdad", está enmarcado en el proyecto modernizador, todos pueden ser iguales como Occidente y alcanzar el desarrollo que éste se propone. Es por ello, que el concepto de población a la vez de incluirlos en el proyecto modernizador de Occidente, diluye su historia, los des localiza, los homogeniza, el concepto de población, se convierte en un cocinero sin sentido del gusto.
Para lograr esta disolución de la historia, no existiría mejor corrosivo, que el número. La cuantificación sustituye la cualificación. Poner a la población en números; cuantificar el total de ésta, fue el primer paso, y posteriormente se fueron generando parámetros en función de las necesidades tanto del Estado como del proyecto de modernidad."El 'otro' es reducido a una modalidad o expresión estadística de la población, del agregado."
La visión moderna del mundo creyó que todo era controlable desde la ciencia y la razón, hasta la humanidad, a pesar de la heterogeneidad de ésta, por lo que la construcción del concepto de población vislumbró la posibilidad de que esta fuera controlable. Desde la antigüedad, los imperios habían mantenido cierto control sobre su población y sus colonias, no obstante no podían controlar las pautas culturales y sociales de la población, el ejercicio del control de las colonias requería que se tolerarán formas culturales diferentes a las del Imperio. El concepto de población al anular toda diferencia, permite ampliar el espectro de influencia. Si Occidente pensaba que se requería patrones culturales, sociales y económicos para alcanzar el progreso al que aspiraba, entonces esto podría ser realizable, en la medida en que se podría tener un pasado y devenir común.
Modernización sigue presente. "Desde un punto de vista diferente, pero también dentro del marco neomalthusiano de la transición demográfica, se plantea la relación población-modernización en una dirección opuesta. No es la población la base de la modernización, sino a la inversa, la modernización es la base de la transformación del régimen demográfico. En este esquema también se plantea la necesidad de políticas de población, pero en un sentido diferente. No ya como política de promoción del desarrollo necesariamente, sino como política que posibilite en la práctica la 'modernización' de los patrones demográficos."
El proyecto modernizador de Occidente requiere de la homogeneización en todos los patrones, incluyendo los demográficos, sólo así, sería alcanzable dicha modernización. Ese "otro" no enunciado, diluido e incluido en una cifra, cada vez se parecía más a ese Uno al que aspiraba Occidente, tal parecía que la historia de ese otro, con sus discontinuidad y unicidad, fácilmente sería desdibujada y tomaría la forma que el mundo occidental había recorrido. Esa linealidad histórica que se pretendía con la transición demográfica, comenzó a ser criticada desde otra vertiente de la demografía, la histórica.
Los estudios empíricos de la demografía histórica fueron derrumbando los supuestos de la transición demográfica. El conocimiento de ese pasado y futuro que planteó dicha teoría para gran parte del mundo occidental, se demostró que era inconsistente y en algunos casos se refutaba. "Las fuentes más importantes de oscurecimiento de la aparente claridad y unicidad de la experiencia histórica afectan a casi todos los órganos vitales de la teoría de la transición demográfica: entre otros, el nivel de la natalidad en las sociedades preindustriales o pre transicionales; la correspondencia entre grado de desarrollo económico y nivel de evolución de las principales variables demográficas en la escala de la transición o, lo que es lo mismo, la intensidad de la asociación entre desarrollo económico y cronología del descenso de las tasas vitales; el supuesto monopolio causal de los factores económicos en la alteración de los niveles tradicionales de natalidad y mortalidad; la cronología del inicio de la transición y la combinación de factores responsable de los primeros estadios del crecimiento moderno de la población; la duración del característico desfase entre descenso de la mortalidad y descenso de la natalidad que predica la teoría".
La demografía histórica, logró una importante herramienta de análisis, que fue la reconstrucción de las familias, y a su vez, la proyección retrospectiva, con lo cual le permitió ir refutando cada uno de los supuestos planteados por la transición demográfica. Este esfuerzo fue inaugurado por académicos franceses, y fue seguido por los ingleses, al crearse el Grupo Cambridge. Ambos generaron nuevas técnicas y métodos que les permitieron incorporar otras variables, entre ellas la principal fue la de nupcialidad, la cual no toma en cuenta la transición demográfica.
Con el análisis de la variable nupcialidad planteaban que la fecundidad más bien dependía de la edad a la que se contrajera matrimonio. En el caso de Inglaterra se observó que existía una edad más tardía para contraer matrimonio lo que a su vez también reducía la edad fértil de las mujeres y con ello la tasa de fecundidad: "la nupcialidad continuaba ejerciendo la mayor influencia sobre la disponibilidad de niños; por lo que la diferencia en el nivel observado de la fecundidad total en poblaciones de 'fecundidad natural' se explica, en buena medida, por los modelos de edad al primer matrimonio y el celibato definitivo." Así mismo, el espaciamiento entre hijos fue otro factor que podía explicar una reducción en el número de hijos. De igual modo, los métodos de anticoncepción no sólo eran privativos de las clases más altas, también se utilizaban por parte de los sectores más pobres en situaciones de crisis agrícolas, y que estos eran utilizados antes de que se iniciara la transición, con lo cual se pone en duda que la modernización de la población modifica el comportamiento en cuanto a un control voluntario de la fecundidad. Aunado a lo anterior, "el descubrimiento de fuertes diferencias en los niveles preindustriales de natalidad otorga acrecentada credibilidad a la posibilidad de que el crecimiento de la población durante la fase de transición no se debiera sólo al descenso de la tasa de mortalidad, como la teoría supone, sino también a la elevación de la tasa de natalidad." Por lo que la supuesta relación intrínseca entre fecundidad y mortalidad, queda en entredicho y con ello, la linealidad que supone la transición demográfica.
En lo que corresponde a la relación entre industrialización y modernización con el avance de la transición demográfica, no se sostiene, debido a los estudios que aportó gran parte de la medicina, lo que se pudo observar es que en la medida en que se generaba una mayor industrialización, la salud de los personas disminuía en el momento que ingresaban al mercado laboral, las condiciones de trabajo, así como el trabajo femenino, mermó la salud y nutrición de la población, y con ello, la esperanza de vida. Así mismo se observó que en ciertas fases de recesión económica, la salud de la población trabajadora mejoraba, dado que no se encontraba expuesta a ciertas condiciones que ponían en riesgo su salud y a la vez las mujeres podían dedicar más tiempo al cuidado de los hijos.
Ante esto Arango señala: "Si la teoría de la transición demográfica hubiese precisado mejor qué entiende por «desarrollo socioeconómico», o «modernización», o los términos de este tenor que utiliza; y, por supuesto, si una vez hecho esto, dispusiésemos de datos fiables para dar vida a los indicadores que operacionalizasen tal concepto para un largo período de tiempo, nos ahorraríamos muchas palabras, expresando cuantitativamente la intensidad de la asociación. Por el contrario, al carecer de coeficientes de correlación, nos encontramos en un terreno incómodamente valorativo e impresionista. Aun así, no resulta difícil sustentar las afirmaciones que anteceden respecto a la existencia de una relación indudable, pero plagada de irregularidades entre desarrollo económico y nivel de la fecundidad."
Sin duda, existe una asociación entre crecimiento económico y descenso de la natalidad, pero a la vez, al analizar la particularidad de cada una de las regiones y países se observó en algunos casos que el descenso de la fecundidad se había dado en otras poblaciones que no habían presentado un importante desarrollo económico. Tal es el caso que muestran Rodríguez Wong y otros autores, para la región de América Latina, en donde señalan que esperarían que el cambio de la fecundidad estuviera asociado directamente con su estatus socioeconómico, sin embargo observan que para el caso de Perú que muestra un menor Índice de Desarrollo Humano, a su inicio de la transición, es a quien menor tiempo le toma recorrer este proceso.
El eje Modernización-Población, no se cumple para todos los casos. Y pone en duda el principio que haría posible alcanzar el desarrollado anunciado por parte del proyecto modernizador a partir de la transición demográfica. Por lo que, "siguen sin aparecer regularidades persistentes, y por el contrario se entrevén variables no económicas que singularizan cada experiencia particular, quien espere encontrar una clara correspondencia entre el timing de la industrialización-urbanización y el del descenso de la fecundidad, se sentirá probablemente perplejo y desorientado al enfrentarse a la complejidad de la experiencia histórica."
La generalización de la historia, así como los supuestos que plantea la transición demográfica son puestos en duda, desde Occidente; sin lugar a dudas, que uno de los iniciadores es Marx, al incorporar la visión histórica de la sociedad y dejar de lado el naturalismo que había privado en algunas teorías. No obstante, lo relevante de la demografía histórica es que dota de la unicidad que corresponde a cada una de las regiones y devuelve el sentido de otredad. Pone en duda, al mismo tiempo, el modelo del proyecto modernizador sustentado en el eje Modernización-Población. Y esto a la vez lo hace desde los estudios empíricos y cuantitativos. Logra introducir otro tipo de variables y se deja un poco de lado el carácter economicista que había privado en gran parte de los estudios sobre la población.
Esto permitió a la demografía histórica plantear otras teorías que explicaran el descenso continuado de la fecundidad. La principal fue la propuesta por el Grupo de Cambridge, que es la Teoría de la difusión en donde se planteo vecindad geográfica y la historia compartida de ciertas regiones modificó los códigos de comportamiento en cuanto a la fecundidad. Por lo que, "a medida que progresa nuestro conocimiento de la transición demográfica tal como realmente ocurrió se afirma más la noción de la regionalidad de las pautas de fecundidad y su modificación, lo que subraya la importancia de algunas variables culturales —incluyendo destacadamente en ellas a las lingüísticas  junto a, e incluso a veces por encima de, las de índole económica. Esto parece ser particularmente cierto de los procesos de difusión de los nuevos comportamientos reproductivos, más que de su iniciación o adopción. De hecho, es éste el descubrimiento más importante de los varios producidos por la investigación reciente en demografía histórica."
Los factores culturales que originalmente habían sido desdibujados desde la construcción del concepto de población, salen a relucir en los estudios empíricos de la demografía histórica. Se demostró que cada una de las regiones tendría patrones de conducta en cuanto a la fecundidad que dependieran en mayor o en menor medida, según los casos, de su cultura.
Esto nos permitiría explicar el cambio demográfico para otras regiones y cerrar con ello una etapa de cierto fundamentalismo demográfico basado en la transición demográfica y generar las diferenciaciones históricas de acuerdo a las regiones y a las pautas culturales. Por ejemplo, los estudios de Cambridge permitieron llegar a las siguientes conclusiones: "el ritmo de crecimiento de la población en la fase transicional fue, en los países de industrialización temprana, dos y hasta tres veces más lento del que conocen hoy en día los países del Tercer Mundo. En primer lugar, las tasas de natalidad europeas eran inferiores  a las vigentes hoy en los países en vías de desarrollo. En segundo lugar, la caída de la mortalidad fue mucho más gradual en la experiencia occidental que en la del resto del mundo; y aún no se había consumado cuando ya la natalidad había entrado en declive. La explicación de esta diferencia estriba en el hecho de que el descenso de la mortalidad en el mundo hoy desarrollado resultó del, y fue simultáneo al, progreso económico, mientras que en el Tercer Mundo se ha producido de forma súbita, sin apenas distinción de fases, por derivar de la aplicación del potencial trasnacional de los avances médicos y sanitarios generados en el mundo desarrollado. Como dijo Arthur Lewis hace ya tiempo, en nuestros días «la tasa de mortalidad está en función del conocimiento y de la voluntad más que de la renta per cápita». En tercer lugar, los países avanzados tuvieron la fortuna de contar, en el período de mayor presión demográfica, con una excepcional válvula de escape por la que dar salida a los excedentes humanos que a pesar de todo se iban acumulando. En referencia, por supuesto, a los extensos territorios ex coloniales o semicoloniales, especialmente el «lejano imán» norteamericano."
Esto delimita las condiciones históricas que cada una de las poblaciones ha experimentado a lo largo de su historia. Al establecer que una modernización demográfica lograría un supuesto progreso y desarrollo, borra toda singularidad histórica y cultural. No obstante, gran parte de las políticas de población para el caso de América Latina, se centraron en alcanzar ciertos parámetros de la transición demográfica, incluso ciertos instituciones de crédito internacionales, ponían como condición para el otorgamiento de préstamos, que los países en desarrollo contarán con políticas de población tendientes a la reducción de la natalidad. Por lo que, el proyecto modernizador se había institucionalizado y se dirigía; el afán colonizador de dicho proyecto se tomó muy en serio, y esto a su vez, tuvo fuertes repercusiones para varias regiones, ya que al no contar con el tiempo del que tuvo Europa y EU para asimilar estos cambios, incrementó la vulnerabilidad de la población y su propia viabilidad como región.
Por lo tanto, la transición demográfica no alcanza el estatus de teoría ya que varios de sus supuestos quedaron refutados. Sin embargo, "las anomalías empíricas reveladas por la investigación histórica no niegan la noción de una gran transición demográfica. En su forma más elemental, la teoría de la transición demográfica se limita a describir la conocida secuencia de los cursos de mortalidad y natalidad de la que ha tomado el ser, y a postular una imprecisa relación de causalidad con el desarrollo socioeconómico. No cabe duda de que tal transición se haya producido en un número considerable de países, y que lleva trazas de acontecer en muchos de los restantes. Lo que ocurre es que tal secuencia es más compleja y variada, menos uniforme, de lo que los proponentes de la teoría suponían; y, más aún, que la teoría o no especifica mucho acerca de timing, lags, umbrales, etc., o incurre de nuevo en generalizaciones abusivas con las que la experiencia histórica no siempre se compadece."
La demografía histórica, significa un gran aporte para el estudio de la población, ya que estableció las dimensiones reales a las que la transición demográfica les había otorgado una importancia crucial y que a la vez fundamentaba gran parte del proyecto modernizador. Con esto la transición demográfico quedó reducida a un modelo descriptivo; no obstante, cabe tomar en cuenta la prevención que hace Canales, al señalar que es una salida fácil "porque aun cuando se asuma la transición demográfica como modelo estrictamente descriptivo y empírico, en el fondo este modelo se sustenta en el marco teórico de la modernización, aunque pocas veces ello se haga en forma explícita. No es posible usar el modelo de la transición demográfica desde un enfoque que no sea el de la modernidad. La teoría de la modernización es el marco desde el cual el modelo de la transición demográfica ha sido construido y llenado de sentido y significación. Plantear el posible uso de la transición demográfica como modelo descriptivo pura y simplemente es un llamado engañoso, pues obliga a pensar el problema demográfico en el ámbito de la teoría de la modernización, pero sin hacerlo explícito e impidiendo, por tanto, la reconstrucción del problema demográfico a partir de la revisión crítica del paradigma de la modernidad."

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